30 septiembre 2007

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Retiraron las fuerzas de su corazón y sólo le quedaron las nauseas de su coraje, cuando duerme extraña el sentimiento que diferenciaba su mirada del morbo y la angustia. Ahora no puede ni reivindicar su lucha e ideales cegados por la rudeza de la corriente continua.
Un aire dolorosamente frío rasga sus labios secos y partidos por la arena eternamente salada que manifiesta el desierto a donde se encuentra parado a mitad de la noche negra, obscura y agresiva. Una suave melodía es lo único que lo acompaña y cada vez que la recuerda, la va olvidando un poco más; en ocasiones se equivoca y repite el comienzo consecutivamente hasta llegar al hartazgo que nunca es suficiente, en medio de la nada, que a lo largo de las distancias recorridas lo llevan al mismo lugar en el cual se contemplan las estrellas estáticas sin poder huir de su destino, algunas de ellas ya ni están ahí, sólo son el reflejo de lo que fueron hace muchos años luz.
La niebla espesa no lo deja ver aunque no le hace falta, sin saber a donde va sabe que ella no volverá.
La vida es muy corta para cuestionarse quién hará el próximo movimiento - se dice a sí mismo entristecido por la realidad; sin embargo, siente que aún hay algo que probar sobre el pasado, cuando lamentablemente el presente carece de línea y de un rasgo coherente. Se sienta vencido para hablar solo sobre una roca, se imagina las respuestas y ofrece explicaciones que ya a nadie le interesan pero él se esmera en ser claro y determinante, cuando se cansa mira al cielo y con los ojos llenos de sufrimiento suspira por lo que inexplicablemente lo hace sentir culpable de lo que nunca entendió.
Perdido el control de su razón, sus ojos heridos por la sal se extravían en la profundidad de sus pensamientos abrumadores, no descansan, siguen llegando ideas repentinamente y cuando parece haber paz por un instante, es sólo para retomar fuerza el cause y llegar de nuevo pero con más violencia. Golpean contra el remordimiento y la confusión sin perdonar la falta de sueño, se balancean de un lado a otro reviviendo la herida; duele, arde, quema, agota, deshace, confunde, perece y regresa.
Su piel duele, su cabello resiente el viento que lo revuelve a voluntad, él no se mueve, permanece inmutable por fuera como un muro indestructible que oculta la guerra interna que cada noche pierde, algunas de ellas se rinde, se declara vencido sin encontrar perdón o compasión. Todo es relativo y perfectamente elaborado para ser impredeciblemente aleatorio en cada fracción, en cada diminuto detalle planeado para ser incomprendido. No entiende, pretende escapar de su mente pero ella siempre lo encuentra, corre rápido, huye de prisa pero sus ideas siempre son más rápidas y extrañamente siempre saben a dónde llegar.
Perder la esperanza fue fácil cuando a pesar de los esfuerzos y los intentos que costaron tanto a su alrededor, se los adjudicó alguien más que llegó y los tomó sin piedad para dejarlo con las mismas viejas estrellas. Perder la fe es fácil. Nada parece cambiar.
El horizonte es terriblemente honesto, no predice nada ni promete un mejor panorama, temeroso de seguir caminando y soportar las achaques de su psicología incontrolable, se ahoga en el no saber, en la discrepancia de sus predicciones. Lentamente cae boca abajo sin encontrar libertad y un gesto amable que calurosamente le diga que todo estará bien. Grita por dentro rasgándose el pecho por la falta de voz y de fuerzas, intenta reventar sus cuerdas vocales pero... no pestañeó por fuera ni se inmutó por un segundo.
Sabe que el dolor es sólo una etapa y que prácticamente es bueno saber la verdad, pero no entiende porqué se siente tan tonto, como un niño creyendo que ha descubierto el mundo y todo sobre lo que trata.
Cuándo sucedió que las verdades cambiaron tanto hasta convertirse en una herida, se pregunta sin descanso. Nadie puede ver lo que pasa dentro de él ni eliminar las arrugas que esconden secretos clave de un bienestar ya perdido, las respuestas las pasó de largo y no hay retorno para la redención; nadie puede encontrar la realidad noche tras noche, la luna no ayuda a develar los misterios que pudieran aliviar tanto sufrimiento imperdonablemente eterno. Microscópicas dudas carcomen la tranquilidad hasta el punto de arrojarlo a la locura silenciosa.
Se siente énfermo, con síntomas de vacío, sabe que ella lo era todo y lo único. Cómo se puede depender tanto de otro ser que no es más ni menos extraordinario que uno mismo, se repite mil veces antes de parpadear. Cansado de esperar otro amanecer emite un gemido de dolor ya físico, se está volviendo palpable el malestar del sentimiento y derrotado por la soledad lo invade el miedo. Gira sobre su espalda para ver las nubes grises que lo persiguen formando figuras altivas y egocéntricas que se desintegran una a otra para trasnformarse en otra más que se mofará de su estado de desgaste y tortura. Pasan durante toda la noche despacio, con paciencia de la que él necesita, y en la desesperación de la rutina que lo lastima cada noche descubre que posiblemente esté recibiendo lo que alguna vez ofreció.
Quisiera que nada fuera en vano, para poder creer que no está solo, que todo estará bien a pesar de las veces que ha caído, pero para recuperar es necesario reconocer lo anteriormente conocido, lo malo es que cuando la mira a los ojos, se ve a sí mismo como un desconocido de lo que fue alguna vez. Se muerde los labios con rabia hasta sangrar y la salada brisa hace su trabajo rápidamente sin darle tregua al pensamiento para preocuparse un poco. El anhelo de dormir un poco ya se está haciendo un viejo amigo y recurrente compañero; el insomnio cristaliza sus ojos poco menos que el dolor y el odio prisioneros de su corazón.

18 septiembre 2007

for you...



pain is temporary;


it may last a minute, or an hour, or a day, or a year,


but eventually it will subside and something else will take its place...



if I quit, however,


it lasts forever.