30 marzo 2005

Epitafio






Loco entre cuerdos, siempre te recordaremos...


Lágrimas despiadadas marcan el camino de su despedida
versos triviales y predecibles narran el epitafio del adiós
errores inhumanos maldicen el pasado desperdiciado
y una flor que muere refleja el descuido de lo que fue nuestro

Melodías de belleza indescriptible recorrieron nuestra última noche
movimientos violentos tatuaron la pasión que nunca volverá a ser engendrada
voces que callan murmuran a gritos el vacío de las palabras
que no llegan a nada, sólo a pensamientos....

La marea aún sigue amenazando mi conciencia
con su infinito baile de llegadas y partidas
y la media luna indica el rápido paso del tiempo
desde la última encarnación divina en luna llena

Estoy hambriento de verte caer, de ver tus heridas y tu arrepentimiento
¡estoy solo!, es de mañana, y nadie toca la puerta... nadie toca mi vida
¡me estoy volviendo loco! voz aguda recorre mis gastados discursos...
he caido en la esquisofrenia de no verte llegar

Veo una sombra pasar, con el sonido del rio negro
quiero nadar en corrientes de fuerza irreal
de aguas violentas y feroces... quiero probar la muerte
quiero acercarme a ella, tocar su esencia
sentir su aroma fúnebre y sus labios repugnantes

¡Io ti ammazzo immenso vuoto
lasciami partire in mille pezzi la tua porcheria
la tua umanità, il tuo mondo
tu pazzia, tu solitudine, tu peccatrice, tu vicino. . . finiscano di infastidirmi!

La miel del pecado inundó mi cordura
el opio consumió mis últimos reproches
la tormentosa verdad se burló de mis analogías
de mis silogismos, de mis fórmulas, de mis sentimientos
de mis instintos, de mi desesperación, de mis explosiones
mátame Dios muerto, recuerda que algún día
tú mismo tuviste compasión por ti y te colgaste a la cruz
que esperas, da la orden, enciende tu relampago y deja caer la lluvia


... cobardes rodean mi funeral, nadie afiló la navaja
nadie clavó las espinas, no fui digno de él,
no fio digno de ella... no fui

Sólo fui un loco detrás de la ventana de los ingenuos cuerdos
siempre mirando a su mundo,
siempre soñando con volver al cuarto de colchones
siempre pidiendo la entrada
siempre regresado a este manicomio de muros materialistas
de medicinas mediáticas, de caras con maquillaje de hipocresía
siempre.. un cuerdo entre locos.

Adiós






Deja que el peso de las vidas a tu alrededor te envuelvan
dando muerte a tus ansias de venganza y de dolor.
Permíteles encontrar a la persona que escondes de ti mismo
y que disipa nieblas de hipocresía otorgando privilegios en tus palabras y escritos.

Después de un tiempo morirás para aquellos que habitamos tu tierra, pues tu ausencia
marcará una diferencia notable entre los que hoy te vemos sangrar lágrimas de oro.
Sin embargo, no te olvidan, ni lo harán, pues tu partida significa una pena tan grande como ver un deceso.

Por otro lado verás horizantes que muy pocos son capaces de admirar
y muy cobardes como para emprender el camino que tú estás
por empezar, y debes creer en los murmullos que te dicen que vas bien armado
y con violencia de sobra para abrir muros y partir maldiciones.

Las derrotas que antes han doblado tus piernas y apuñalado tu corazón
hoy serán tu fortaleza y tornarán de negro la sangre roja
que vio correr tu pena como señal de victoria sobre las decepciones innecesarias
pero muy tormentosas que amores paganos han dado como tributo
a tu honestidad admirable y lealtad indomable.

Duerme antes de la batalla, descansa y llora lo que amerite la situación,
pues mañana será obligatoria la furia con la que escribes
y la destreza con la que generas obras y sueños
como el que estás por conseguir.
Ignora y haz a un lado personas que te han flagelado los pasos,
que han marcado con traiciones e inexplicables ataques,
¡mátalas! agradeciendo la fuerza que has creado con sus estúpidas reacciones
y arremete violento, pero con sabiduría, contra lo que oculte tras el telón de la miseria a tu victoria.

Este es el consejo que como muchos otros se te dedica;
estás a punto de sujetarte a tu viaje y debes soltar las amarras.
Adiós te dicen y, desde la sombra que me cobija, yo te lo digo.
Adiós, no olvides que el resultado que obtengas no será obstaculo para que al regresar,
manos sinceras cubran tus heridas del viaje y reciban tus experiencias como leyes.

Y ahora que partes, despide a tu viejo mundo, el cual relatará tu testamento,
y virando hacia la colina, saluda al nuevo, que no será victima dócil de tus aventuras,
pero que sin duda, caerá halagado con tus relatos y tu valor.

10 marzo 2005

Luna


-Bienvenida a la desgracia - le dije a aquella extraña que retomó mi camino para estar a mi lado

sin preguntar siquiera quién era o a dónde me dirigía. Me extrañó la forma en que me miraba y

me extrañó aún más la forma en que yo la miraba a ella, como rogándole robara mi soledad y

bendiciera con palabras canallas mi derrota en esta mi tierra ajena.


No contestó y permaneció contemplando mi entidad, la misma de la que yo huyo y de la que

rehúso ser parte cada vez que dibujo garabatos sin inicio ni curso para borrar la sonrisa fatal

que en ocasiones se desmorona bajo mi rostro. Le conté inútilmente mi vida durante el viaje

hacia ninguna parte, a la par que la brújula nos perdía más en la inmensidad de lo confuso y de

lo interminable absorbiendo cada paso y cobrando dos suspiros por percibir el aroma de la

naturaleza virgen.


Después del río de aguas obscuras y desoladoramente hermosas, descansamos sobre el roble

de la sabiduría que nos contó su experiencia al lado de Alighieri a través del séptimo infierno y

del cómo, al fin de la existencia, Judas se redimió ante Cristo al cortarse la lengua por tercera vez

y envolviéndola en papel de oro la ofreció como tributo al guardián Minos. De escalofriantes

historias fuimos testigos mediante palabras exactas y desinteresadas, pero la noche ganó a

nuestro sentido del tiempo, tanto, que los gemidos de pecadores lastimaron nuestros oídos y

huimos al bosque marchito más próximo.


Una vez ahí temí convertirme en un habitante más de la caverna que construyó Platón para

Aristóteles en sus enseñanzas, uno de esos que se pierden entre las sombras incapaces de ver

la verdad; sin embargo, una luz interrumpió todo pensamiento e inspiración que pudo haber tenido

incluso el mismo Séneca, dueño del temor a la muerte. Temí perderla para siempre.


Aún no había vivido ni experimentado la muerte con ella y ya necesitaba protegerla por

voluntad propia, así que corrí gritando el nombre que nunca me dijo pero que se me ocurrió

por instinto... ¡Luna! - gritaba yo sin razón ni argumentos - ¡Luna! - volví a nombrar

desgarrando entrañas y sentimientos nuevos, caí en la desesperación , aunque no más que en el

temor al notar que la luz no se alejaba y por el contrario, se acercaba más y más, rodeada de un

vaho cálido y extrañamente familiar. Noté cuando fracturé mi tobillo contra aquella roca sin

compasión ni tregua pero continué con mi deseo por encontrarla y con mi carrera por huir de la

luz que alumbraba la inmensa fealdad del bosque haciendo más estresante mi prolongada

estancia no planeada en aquel lugar.


Ya habían pasado dos días o dos nuevas creaciones del maestro que me niego a reconocer,

pues vi nacer a un nuevo sol y vi morir a una cansada estrella roja que deliraba en explosiones

de gas sin conciencia. Nunca logré encontrar a Luna, pero la luz siempre me encontraba entre

sombras, tan frecuentemente, que llegué a familiarizarme con ella y a dejar de extrañar a Luna; no

es que ya no me interesará, pues yo no sé olvidar, pero aquella luz era tan seductora y frágil que

opacó por mucho la belleza humana y física de Luna mas nunca logró enterrar mi inexplicable

interés por su misterio ni por su matiz de melancolía.


Tras largas búsquedas sanó mi herida y otras cosas más que algunos llaman sentimientos,

también me hice más viejo pero nunca me sentí solo. Ella, la luz, no me abandonó, no faltó a

ninguna cita nocturna.


Siempre bien arreglada, aunque de luto, aparecía de la nada, arriba de la colina, sobre los restos

del sabio roble, con su aroma a eternidad y sus destellos de nostalgia. Me enamoré de ella y ella

no se enamoró de mí, pero fue fiel a mi honestidad y a mi poca cordura.


Una noche al despertar, los restos del roble se habían convertido en un nuevo retoño, todo lo

contrario a mis manos que aparentaban despedazarse con el más mínimo suspiro del viento.

Miré asustado a mi alrededor tratando de encontrarla y cuando fue apareciendo sobre la

colina, que con los años se había hecho más alta, fui descubriendo la puerta bíblica más grande

e imponente que pude haber observado durante todas mis noches . Sólo pude leer la primera y

la última línea de el texto gravado sobre de ella: "Per me si va nella cittá dolente... Lasziate ogni

speranza, voi che entrate."


Mientras recordaba que aquellas palabras eran las escritas por Dante en la puerta del

infierno, la luz fue abrazándome lentamente y yo fue perdiendo la vista, que era el único sentido

que aún me quedaba. Ella susurró directo a mis venas, a mi alma (que creía ya extinta) y a mi

conciencia, lo que menos esperaba escuchar - Gracias por el interminable viaje. Nunca te

abandoné y siempre viviste equivocado, sí te amo pero no como tú me amas a mí, pues yo soy

tu amante, pero tú, tú eres mi padre, me bautizaste como Luna y decidí visitar tus noches de

decadencia para que no terminaras solo. Ahora lo entiendes ¿cierto? acompañé tus pasos

por perdurables guerras y civilizaciones, te descifré el bosque en el que te perdiste y del que

hiciste tu hogar... pero no eres eterno y yo sí lo soy, por ello, seré yo misma tu homenaje, tu

ceremonia, tu único testigo y tu más fiel amor. Me esconderé del hombre común durante el día

y saldré en las noches a recordar quien fuiste mientras todos duermen. Me llamaré Luna.-


Así fue que la conocí y así fue que ella me dijo -bienvenido a la desgracia-