06 diciembre 2004

Telón

Una vez mas los editores de luna negra , sol parlante agradecen los minutos perdidos en renglones para algunos vacíos y para muy pocos con algo de sentido y razón. Permítanme contar que en lo personal empiezo a dudar del sentido de cada una de las palabras antes escritas asi como de las que estan por venir, y eso es perder la misión de un encargo salido de alguna menospreciada parte, pero lleno de inspiración. En cada personaje de la historia, como de la más ridicula novela ficticia, cuando el protagonista pierde la pasión en cada uno de sus pasos, entonces pierde el camino y la misma trama por ello no queda mas que tratar de asegurar el mejor final para sí mismo, egoista pero necesario si es que se quiere escuchar alguna vez más de él , incluso para que él esciche de sí mismo.
En este preciso momento , conforme aumentan las palabras en estos parrafos, van perdiendo la coherencia, la formalidad, el sentido y el entendimiento, se miran a sí mismas las letras y concluyen que no forman un solo significado...
Si llegara a leer esto un amigo de la soledad (Liam) al menos habría alguien que entendería, o alguien que siquiera tuviera la delicadeza de no reirse (Hebert).


Se calló el telón y es hora de que los personajes disipen el maquillaje y se entretengan a sí mismos; el público dejó de aplaudir y los expertos dejaron de hacer críticas. Poco a poco todos dejan el escenario y las lucen mueren con un solo dedo del verdugo al que le han encargado presionar el botón con una sencillez inmensa en sus labios – hasta la próxima función-.

El actor principal se ha rendido, todas sus aventuras serán recordadas como pobres ensayos que se pulieron una y otra vez para que en el acto final... se cometiera un error no planeado, toda la obra fue imperfecta y los libretos fueron tachados y corregidos para la próxima. ¿Cuándo será la próxima vez si todos se marchan cabeza abajo y con hombros que barren la vergüenza y la incertidumbre de su futuro?

Después de tiempo pasa un niño durante su rutina siempre pensando por qué se cerró el teatro y es el único que se pregunta que pasó con la obra, no con los actores ni los efectos que siempre hacen de una mala y pésima actuación lo más espectacular para la ingenuidad de los ojos ignorantes y miserables que no captan más allá de lo que la luz le otorga, nunca van más allá.. pobres de ellos, se parecen tanto a nosotros. Y conforme crece y muere cada vez más ese niño duda de cómo habrán crecido los personajes y si habrá cambiando la trama pero nunca con el valor de el escribir el final de la historia.

Y es que, como todo habitante más de este lastimoso lugar llamado tierra, mientras ese niño no escriba su propia historia, seguirá creciendo y haciéndose viejo con miedos y dudas sobre lo que habría pasado.

Sin darse cuenta sus manos son hojas de otoño y sus piernas se apollan sobre aparatos de voluntad propia; se ha convertido en un roble con plaga y sin interior, sólo un disfraz arrugado y despedazado... una noche, ya siendo viejo y con dificultad para respirar decide escribir -demasiado tarde- descubre al leer con lo que su mano ha sentenciado al papel:

- Se me han marchitado los ojos y tengo miedo de ya no saber contar mi propia historia, tengo las manos y la boca seca, mi voz es poco clara y la soledad que siempre se lleva de abrigo, hoy ya no está conmigo.

Miro con tristeza mi alrededor y no veo ni a la propia oscuridad, el odio que solía guardar para la perfecta ocasión se fue, no tengo amor, no tengo resentimiento, sólo una pasividad cancerigena que se extiende en cada idea, en cada sorpresa y en cada hueso. Las fotografías no me roban más lágrimas, únicamente una débil sonrisa de burla ante mi patético aspecto sobre el espejo.

He querido recordar nuestra actuación, nuestro éxito y la gloria, pero no puedo, cuando lo intento no veo más que una gastada escenografía, un poco menos vieja que yo. Hubo tantas veces que intente cambiar la historia pero no encontré papel o lápiz. Ahora a penas recuerdo tu nombre y difícilmente tu rostro, lo que no olvido y más me lastima es como respiraba a tu lado, sin este jadeo y rugido al hablar que rasga cada pulmón con arrepentimientos y garras de inquisición. Perlas te pongo por ojos al mirarte a la cara mientras imagino como interpretamos el clímax de nuestra presentación, por uñas tu regalo las espinas que abundan en mi jardín mientras venero tu cintura que solía acariciar mi cuerpo.

¿Cuando perdimos esto? Tengo ganas de pedir perdón pero tengo dos problemas; no se por donde empezar ni a quién pedírselo. Ante mi creciente ceguera, con lo poco que reconozco de mí en el reflejo de la vieja vitrina me imagino arreglando todo y reconociendo tu aroma que siempre regó de vida mis movimientos y mis escasas sonrisas. A veces me pregunto si puedo morir a placer y cuando yo quiera, a veces pregunto si puedo escuchar cantar una vez más a las sirenas que bañaron de sueños mi noche en la arena húmeda de ti... y así como divago ridículamente en cada línea, me doy cuenta que es imposible que siga pensando esto, sólo me estoy marchitando más de lo que mi propio ritmo debe provocar.

Deseo llegar a ti ¡ahora! ¡tan tarde! , pero siempre necesitaste más palabras de las que puedo ordenar o incluso de las que conozco, miradas me faltaron para darte a entender en quién pensaba cada noche y amanecer. Y con eso tengo para volver a cerrar los ojos y recostarme un día más en aquella cama que ha visto morir mi cuerpo en tan poco tiempo. En momentos que recuerdo eso, me alegro un poco de que no falta mucho para seguir viendo negro cuando abra los ojos y así olvidar más rápido quién fui contigo y como fuiste con todos.
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