El riesgo es que América Latina se convierta en el obrero del mundo
en esta estapa de crisis engarzadas.
La ilusión de ser el motor del nuevo ciclo económico
se ve desvanecida por las presiones inflacionarias y la presión
del primer mundo para invertir desmedidamente en producción
de materias primas y combustibles.
De otro modo, se estaría incentivando la consolidación del capital
en sectores productivos de transformación y servicios.
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