20 noviembre 2008

Señales de vida


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Una ilusión de sombras disfrazadas bajo la luz débil que disparaba contra un rostro indiferente,
fue lo que indicó el momento de vaciar los lamentos distorsionados y el lugar de una última mirada.

Pocas veces percibimos el lento proceso de intoxicación sentimental y su contagio persistente,
lo usual es tropezar con el difunto beso de despedida y la melodía que nos recuerda lo absurdo de los sueños.
Ese sentimiento nauseabundo ya me es familiar durante las noches
y el dolor de pecho es aviso de la adultez lacerante que me espera,
lo nuestro sin señales de vida que motiven las sonrisas y el humor ideal.

Dicen que ya no siente, que carece de tacto moral en el espacio que se extiende en destellos de historias
y que se contrae en cólicos periódicos parte de un sistema lógico recurrente sin dar señales de vida.
Dicen que al crecer desarrolló belleza y natura únicas difícilmente superables
cuyo reflejo revelaba lo horroroso que fue el pasado y lo insignificante del presente.
Ambivalente mi superstición de ingenua creencia de amor ... todo, menos señales de vida.

Olvidó que ella era parte de los todos y prefirió dar paso a lo exclusivo, distante, disoluto.
Cuando las miradas se cruzan omite el reconocimiento y me convierte en un efecto de la luz sobre la materia
no reconoce lo que sentía ni los aromas demasiado discutidos... no hay efecto, no hay recuerdo, no hay señales de vida.

Ella mi idea, mi esperanza, yo una lista, un número, un cansancio, un malestar o un error, fantasma de su involución,
acostumbrado a ser un instante lunar de la inolvidable, siento las plantas cansadas silenciosas dispuestas a correr tras su memoria de corto plazo,
me toca mirar de nuevo las huellas que deja su partida consumible, digerible... lastimosa, amorosa.
Intento recuperarme, pido auxilio al manto lunar que al igual que ella, no muestra señales de vida
ni de consideración al sacrificio del conejo condenado por su bondad embriagante.

Intento de corregir la tristeza pero el inalcanzable trabajo de la imaginación dificulta la misión,
ignoro que dirás, anticipo lo que perderé y el llanto no encuentra alivio en su discreción.
Dicen que estás ausente, pero un pasado más añejo al mío revierte su significado y te ofrece un carnaval,
un insulto a mi presencia que ahora no goza de mucha importancia ni divierte tus sentidos.
Demasiada oferta como para valorar mi sentimiento, demasiado pasado para mi entender.

Simetría en tu juicio y suficiente sol sobre mis ojos vulnerables, el sol nunca fue tan agresivo...

No hay droga contra el dolor ni distracción envolvente para la decepción sobre la única,
única esperanza que me diera señales de vida a través de miles de años-luz.
No será la primera vez, pero sí la principal, la verdadera, la idea perdida en sombras de enajenación cultural
la estrella nunca extinta, la luna con luz propia, la decisión sin dudas, mi señal de vida.

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