30 marzo 2005

Adiós






Deja que el peso de las vidas a tu alrededor te envuelvan
dando muerte a tus ansias de venganza y de dolor.
Permíteles encontrar a la persona que escondes de ti mismo
y que disipa nieblas de hipocresía otorgando privilegios en tus palabras y escritos.

Después de un tiempo morirás para aquellos que habitamos tu tierra, pues tu ausencia
marcará una diferencia notable entre los que hoy te vemos sangrar lágrimas de oro.
Sin embargo, no te olvidan, ni lo harán, pues tu partida significa una pena tan grande como ver un deceso.

Por otro lado verás horizantes que muy pocos son capaces de admirar
y muy cobardes como para emprender el camino que tú estás
por empezar, y debes creer en los murmullos que te dicen que vas bien armado
y con violencia de sobra para abrir muros y partir maldiciones.

Las derrotas que antes han doblado tus piernas y apuñalado tu corazón
hoy serán tu fortaleza y tornarán de negro la sangre roja
que vio correr tu pena como señal de victoria sobre las decepciones innecesarias
pero muy tormentosas que amores paganos han dado como tributo
a tu honestidad admirable y lealtad indomable.

Duerme antes de la batalla, descansa y llora lo que amerite la situación,
pues mañana será obligatoria la furia con la que escribes
y la destreza con la que generas obras y sueños
como el que estás por conseguir.
Ignora y haz a un lado personas que te han flagelado los pasos,
que han marcado con traiciones e inexplicables ataques,
¡mátalas! agradeciendo la fuerza que has creado con sus estúpidas reacciones
y arremete violento, pero con sabiduría, contra lo que oculte tras el telón de la miseria a tu victoria.

Este es el consejo que como muchos otros se te dedica;
estás a punto de sujetarte a tu viaje y debes soltar las amarras.
Adiós te dicen y, desde la sombra que me cobija, yo te lo digo.
Adiós, no olvides que el resultado que obtengas no será obstaculo para que al regresar,
manos sinceras cubran tus heridas del viaje y reciban tus experiencias como leyes.

Y ahora que partes, despide a tu viejo mundo, el cual relatará tu testamento,
y virando hacia la colina, saluda al nuevo, que no será victima dócil de tus aventuras,
pero que sin duda, caerá halagado con tus relatos y tu valor.

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